viernes, 29 de octubre de 2010

Cómo hacer de un colegio una fábrica de sueños

"Si hay un cambio en tu vida, tu alrededor también cambia". Bajo esta máxima, un grupo de 34 personas han empezado a modificar la Sevilla más desfavorecida. Desde el altruismo y, practicamente, el anonimato, han acometido una reforma en el colegio Manuel Giménez Fernández (por el ministro de Agricultura de la II República), situado en el núcleo urbano de las Tres Mil Viviendas.
 
Hay maestros, funcionarios y, cómo no, algún que otro parado. Es un grupo heterodoxo, multidisciplinar y con ganas de trabajar. No tienen nombre, ni lo quieren. Sólo los une un hecho: participar en un taller sobre inteligencia emocional que ha marcado un punto y seguido en sus vidas.

En sólo diez días han dado un vuelco a un colegio situado en un barrio desfavorecido. Los alumnos, niños de las Tres Mil y del asentamiento El Vacie, disfrutan ya de una remodelada y colorista biblioteca. "La bibioteca de los sueños", como la han llamado.

Un espacio, cerrado a los estudiantes, que encontraron "con dos dedos de polvo" y con libros que no se ajustaban a lo que los menores podrían demandar. El trabajo ha sido arduo y ha contado con la colaboración desinteresada de personas de todo el país.

"Cuando contábamos cuáles serían los beneficios de este proyecto, la gente colaboraba sin más", comenta una de las participantes. Además, el grupo ha vendido palepetas con las que recaudar dinero. Unos 4.000 euros con los que han financiado la reforma.

Colaboración ciudadana

Además de comprar libros, numerosos colaboradores han enviado ejemplares para menores. Tantos que aún están catalogándolos. "Me pareció un proyecto precioso", confiesa la dueña de la librería 'La extra vagante'. En su tienda ha organizado una campaña de recogida de libros para donarlos al colegio.

"Se trata de despertar en los niños un futuro". Ésta es la síntesis de la iniciativa según, Fátima Ponce, una de las participantes. Ella ha coordinado los trabajos en la biblioteca. El proyecto en este colegio "es una manera de que lo que estás aprendiendo a título induviudal no se quede en ti y puedas contribuir en hacer del mundo un sitio mejor", explica.

"A los niños de este colegio les preguntas ¿cuáles son tus sueños?, y éstos no van más allá de comer. No sueñan con ser Pau Gasol", confiesa Fátima. Los integrantes del grupo quieren con estas acciones "plantar una primera semilla".

"Existen las posibilidades. Si quieres cambiar algo debes saber que se puede cambiar", enfatiza Fátima. "Hay que decir 'Basta ya' y despertar nuevas posibilidades".

Un barrio agradecido

Las caras de felicidad de los niños bien valen el esfuerzo de este grupo. "Han conseguido que los padres vengan al centro y eso ya es algo", afirma el director del colegio, José Soto. Ahora llega una tarea importante: el mantenimiento de las nuevas instalaciones. "Hay que fomentar que el centro esté abierto a la comunidad y que esta iniciativa se refleje en el barrio", concluye Soto.

Una vez inaugurado las remozadas aulas. Estas 34 personas ya tienen a la vista nuevos proyectos. El futuro inmediato de este grupo altruista pasa por enviar cartas a gente que está sola. "Oye, ¿qué tal? No te conozco. Espero que estés bien".

Nuevos proyectos

La siguiente iniciativa, un poco más ambiciosa, es colaborar con la ONG 'Crecer con futuro' para cumplir tres sueños de los niños que viven en los basureros de Asunción, en Paraguay. El primero es crear un parque infantil para que no juegen en la basura. El segundo: un sitio donde hacer deporte. Por último: una zona para vehicular las relaciones de la comunidad.

"Esto es como un efecto mariposa, lo que hacemos aquí tendrá su reflejo en otro lugar del mundo", asegura Fátima. De momento, han conseguido sacar una sonrisa a los más pequeños de una zona poco acostumbrada a ellas. "Algo ya ha cambiado", concluye.

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