miércoles, 8 de diciembre de 2010

Necesidades artificiales de la globalización

La publicidad nos lo dice continuamente: consume para ser diferente al resto, para sentirte especial, única, exclusivo.

El ego de las personas se convierte en la diana del discurso publicitario. Sin embargo, a pesar del esfuerzo por resaltar lo contrario, la globalización y la deslocalización productiva han ido incrementando la homogeneización entre los productos ¿Cuántas tiendas de ropa de nombres distintos en realidad son de la misma empresa Inditex? ¿Cuántos productos de supuestas marcas diferentes pertenecen a la empresa Unilever?

En realidad somos cada vez más iguales: más despilfarradores, insolidarios, individualistas y hedonistas. Y todo gracias a un modelo que consigue que saltemos por encima de las necesidades más básicas, como comer sano, tener tiempo para divertirnos o para cuidar de las personas cercanas, para al lado de las necesidades creadas por el mercado, las que hacen que comamos cada día comida precocinada y cenemos salchichas envasadas al vacío para poder invertir en un coche nuevo, cambiar de móvil cada dos años o tener una crema antiarrugas que echarnos en la cara cada noche.

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