Recapitulamos:
Todo empezo con "¿con qué has disfrutado hoy?", que tuvo su consecuente segunda parte, para llegar a este tercer acto: mi labor de infiltrado, de espía en el mapa mental de Joselito. A estas alturas, ni se me ocurre comenzar con una cuestión "de resonancias positivas" la conversación sobre el colegio. No... ahora empiezo más o menos así:
-Qué, que ha sido hoy lo más latazo en el cole...
Con ello desactivo sus defensas, sus posibles resistencias al diálogo. No soy uno de su panda, pero si genero comportamientos en la misma frecuencia emocional: el colegio, en su inmensa mayoría, es aburrido. El insistir periódicamente en el disfrute escolar exige, para Joselito, encontrar razones a favor, recorrer de nuevo el territorio intelectual donde residen las experiencias vividas de 9 a 2.20 de la tarde en busca de algo que me contente, que finalice el interrogatorio.
Efectivamente, el diálogo es más fluido de entrada: consigo conectar. Ya es labor mía el ayudarle a ver que hay materias y momentos menos sosos que otros. Algunas avances se han conseguido ya.
Pero he de confesaros que este acercamiento no es una mera herramienta, un instrumento para conseguir algo; también provoca un acercamiento a sus planteamientos: mucho de lo negativo que Joselito detalla del colegio tiene que ver con un sistema educativo que prima la cantidad a la calidad, a impartir unos contenidos de forma expositiva, magistral, para después ser evaluados
-su comprensión- a través del pertinente examen. Todo ello me genera una serie de cuestiones:
-¿realmente, se consigue una cultura básica, es decir, se interiorizan los conceptos?
-¿No habría otra manera de trabajar los contenidos, en donde se prime la experimentación del alumnado, y aligerar la teoría?
- El examen, como herramienta de evaluación, ¿es imprescindible? ¿No se pueden analizar y valorar lo aprendido sin necesidad de vncularlo a la ansiedad del suspenso?.
¿Qué opináis vosotros? Animaros y dejad vuestros comentarios, seguro generan un debate interesante.
Todo empezo con "¿con qué has disfrutado hoy?", que tuvo su consecuente segunda parte, para llegar a este tercer acto: mi labor de infiltrado, de espía en el mapa mental de Joselito. A estas alturas, ni se me ocurre comenzar con una cuestión "de resonancias positivas" la conversación sobre el colegio. No... ahora empiezo más o menos así:
-Qué, que ha sido hoy lo más latazo en el cole...
Con ello desactivo sus defensas, sus posibles resistencias al diálogo. No soy uno de su panda, pero si genero comportamientos en la misma frecuencia emocional: el colegio, en su inmensa mayoría, es aburrido. El insistir periódicamente en el disfrute escolar exige, para Joselito, encontrar razones a favor, recorrer de nuevo el territorio intelectual donde residen las experiencias vividas de 9 a 2.20 de la tarde en busca de algo que me contente, que finalice el interrogatorio.
Efectivamente, el diálogo es más fluido de entrada: consigo conectar. Ya es labor mía el ayudarle a ver que hay materias y momentos menos sosos que otros. Algunas avances se han conseguido ya.
Pero he de confesaros que este acercamiento no es una mera herramienta, un instrumento para conseguir algo; también provoca un acercamiento a sus planteamientos: mucho de lo negativo que Joselito detalla del colegio tiene que ver con un sistema educativo que prima la cantidad a la calidad, a impartir unos contenidos de forma expositiva, magistral, para después ser evaluados
-su comprensión- a través del pertinente examen. Todo ello me genera una serie de cuestiones:
-¿realmente, se consigue una cultura básica, es decir, se interiorizan los conceptos?
-¿No habría otra manera de trabajar los contenidos, en donde se prime la experimentación del alumnado, y aligerar la teoría?
- El examen, como herramienta de evaluación, ¿es imprescindible? ¿No se pueden analizar y valorar lo aprendido sin necesidad de vncularlo a la ansiedad del suspenso?.
¿Qué opináis vosotros? Animaros y dejad vuestros comentarios, seguro generan un debate interesante.
Entradas
No hay comentarios:
Publicar un comentario