martes, 29 de junio de 2010

«El impacto del pensamiento en el cuerpo puede ser brutal»

La brújula para navegantes emocionales es el autoconocimiento, el darse cuenta de lo que pasa en nuestro cerebro, bastante más complejo de lo que pensamos. Es la tesis de la escritora y experta en aprendizaje emocional Elsa Punset, que mañana ofrecerá una charla a las 19 horas en el Palacio de Miramar dentro de Aula de Cultura DV. Las invitaciones pueden retirarse de 10 a 13 horas en el propio palacio. Punset participa estos días en el Curso de Verano 'Educando emociones positivas a lo largo de la vida'. 
-Encontrar la paz y la felicidad, ¿es un objetivo inalcanzable?
-Ayuda saber cómo somos por dentro. En el siglo XX y los anteriores la esperanza de vida era más corta. Los hitos alcanzados en supervivencia física han sido increíbles. Pensábamos que con esto se resolvía todo y hemos dado la espalda a una dimensión más filosófica. Las enfermedades mentales y emocionales escalan cuotas de forma brutal. El ser humano es mucho más complejo de lo que hemos asumido en las políticas sociales y educativas de los últimos 40 ó 50 años. 
-Una de nuestras costumbres es angustiarnos por problemas que aún no tenemos. ¿Se puede frenar esta tendencia?
-Impresiona cuando eres consciente de ello. Nos distinguimos del resto de los animales porque nuestra corteza cerebral, la parte ejecutiva que nos permite hablar, soñar, imaginar, prever, está más desarrollada. Ello nos permite escribir una sinfonía y planificar las vacaciones pero también nos lleva a preocuparnos por algo que no ha ocurrido o no tiene solución. Así se entra en una espiral de agobio. Y se ha demostrado científicamente el impacto del pensamiento en el cuerpo. Si no aprendo a parar mi pensamiento o una emoción que me agrede, ataco mi salud física. Hay una conexión brutal entre la salud física y la mental y emocional. 
-Invita a introducir la inteligencia emocional en la propia vida...
-Es un camino irreversible pero está siendo lento. Desde hace 15 años se puede entrar en la 'caja negra' del cerebro por métodos no invasivos. Y hay conocimientos suficientes para que las personas vivan mejor. Sin embargo este conocimiento tarda mucho en llegar, por ejemplo, al sistema educativo. En la Universidad Camilo José Cela de Madrid dirijo un programa de gestión emocional y social pionero en España. Involucra a varios miles de niños en las escuelas. Y sabemos del impacto positivo en su vida. Porque la OMS alerta de que la tasa de enfermedad mental discapacitante será del 20% en 2020. Y el problema aparece a edades tempranas. 
-Los conflictos y las crisis llegan. ¿Huimos de ellas?
-Nos cuesta reconocer que la vida es fluida y cambia constantemente. Nos educan en la sociedad de la distracción. Si algo te molesta, miras para otro lado. Pero la tristeza es un componente inherente a la vida -aunque sea en un equilibro de 1 (tristeza) a 5 (alegría)- y sería más inteligente ayudar a nuestros hijos a enfrentarse a ella y comprenderla. La tristeza es una emoción introspectiva que informa de que te falta algo. Y te va a asaltar muy a menudo. A un niño, por ejemplo, porque su mejor amigo se va del colegio o porque se muere su abuelo favorito. Y es interesante que un padre pueda decirle a un niño cómo salir de la espiral de la tristeza y superarla. En vez de invitarle a divertirse con otra cosa. Porque llega un momento en que no hay diversión suficiente para cubrirla. Es mejor enfrentarse a ella. 
-¿Es fácil ser un náufrago emocional?
-Somos muy complejos. El cerebro busca seguridades, pero cuando esta búsqueda es excesiva nos llenamos de prejuicios y damos la espalda a la capacidad de comprender. 
-Principales habilidades emocionales...
-A los niños les enseñamos a conocerse a sí mismos por dentro. Hay que comprender las emociones, saberlas expresar y comprender las emociones de los demás, una capacidad natural del ser humano. También les enseñamos a gestionar las relaciones con los demás. 
-Dedicamos tiempo a la infelicidad, dice...
-Vivimos de espaldas a lo que nos da felicidad. En el libro 'Brújula para navegantes emocionales' me planteé por qué, si nacemos dotados para la afectividad y la curiosidad, perdemos estas capacidades. Y en 'Inocencia radical', recordé que nacemos con todo lo que necesitamos. Y que se puede recoger todo este caudal, aunque sea con ayuda. 
-¿Hay emociones heredadas?
-Prácticamente todos los patrones emocionales básicos -cómo amas, cómo te aman, tu curiosidad por el resto del mundo- son heredados de los padres. Lo bueno que nos dicen ahora es que el cerebro se puede cambiar. Antes se pensaba que, de adulto, el cerebro era una estructura fíja. Pero ahora se conoce que hay una plasticidad cerebral, que el cerebro es una amalgama de química y electricidad. Si tú lo trabajas, consigues de forma rápida cambiar sus estructuras físicas. Es una de las cosas más bonitas que nos ha dicho la ciencia en los últimos 10 años: que en cualquier momento de tu vida puedes transformar tu cerebro. Y que para eso tienes que aprender a comprenderte.

Fuente: El Diario Vasco

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