miércoles, 4 de agosto de 2010

El aula como espacio ideal para educar las emociones

El aula como espacio ideal para educar las emociones Seguimos profundizando en la gestión emocional, en presentar casos concretos del tratamiento de las emociones para mejorar nuestra calidad de vida. Muy interesante el artículo que os presento hoy (un extracto, le he quitado la parte en que definen la inteligencia emocional. En este blog sería algo repetitivo y ya recogemos bastantes entradas donde se delimita conceptualmente la teoría de Goleman). Una profesora, unos niños, unas caritas en cartulina, un termómetro....a esto último incluso ya estoy pensando en sacarle partido en mis atenciones individuales ¿y en la formación? Pues seguro que también....

La alfabetización emocional -aplicada con éxito en instituciones de EE.UU. y Europa- trabaja sobre el reconocimiento y autocontrol de estados internos (ira, angustia, ansiedad, etc.). Especialistas aseguran que este modelo permite reducir la indisciplina escolar. Un caso en Santa Fe (México).

Desde el nivel inicial, la escuela es un ámbito propicio para el trabajo sobre la alfabetización de las emociones, sostienen los especialistas. Una herramienta para contrarrestar la conflictividad, la indisciplina y -también- el fracaso escolar.

En el aula de un grado primario, un alumno estaba siendo hostigado con burlas y cargadas por un grupo de compañeros. Este niño comienza a sentir dentro de sí la ira creciente, el calor incómodo de la humillación en su rostro y la angustia concentrada como una presión en el pecho. Pero, antes de que ese vendaval de emociones contenidas se exteriorice con otra conducta violenta, el alumno reconoce sus estados internos, logra controlarlos y, entonces, pide en voz muy alta -pero respetuosamente- que dejen de molestarlo. La docente intercede a tiempo en la situación, y la inminente conflictividad escolar se disipa.

¿Qué muestra esta situación imaginada, pero tan frecuente en las aulas? Que ante el juego de tensiones entre emociones negativas (ira, angustia, ansiedad) que pueden desatarse por una situación cotidiana como detonante, existe una habilidad humana potencial, posible de ser desarrollada: la de reconocer a tiempo estos estados internos (autoconocimiento), y de controlarlos para superar una situación adversa (autocontrol).

Un caso local

¿Cómo trasladar toda esta teoría a la práctica escolar? “Llevándola a lo concreto, con ejemplos simples, valiéndose de mucho material gráfico”, comentó a El Litoral la Lic. en Psicología Carolina Vergara. La profesional trabaja con alumnos en tres instituciones de la ciudad (un jardín de infantes, una primaria y una escuela especial) sobre la base de muchos de los conceptos que propone la inteligencia emocional.

Desde su experiencia de trabajo, Vergara ejemplificó: “A los chicos se les muestra un dibujo con una carita que muestra gestualmente una emoción (tristeza, por ejemplo); ellos deben decir qué expresa ese rostro, y mencionar algún momento que recuerden que se hayan sentido así”. Otro caso, muy interesante: “Hay un gráfico que muestra un termómetro, el cual va indicando distintas “temperaturas’ emocionales. Entonces los nenes deben ir identificando sus estados: “Estoy tranquilo, estoy enojado, o estoy furioso’. En base a eso trabajamos sobre cada caso. Hasta ahora los resultados han sido positivos”, relató.

Formación docente

“Sería bueno que se empezase a capacitar al docente acerca de esta disciplina, y sobre cuestiones de contenido y en lo práctico, que pueda desarrollar competencias en cuanto a qué transmitir y cómo hacerlo desde el ejemplo, desde lo simple. Es un práctica que requiere de mucha calidez social”, opinó Vergara. Para la especialista, “se requiere una articulación de contenidos. Lo ideal sería que se dé algún contenido específico sobre esta disciplina, pero, también, que atraviese transversalmente todas las áreas, desde el Nivel Inicial”, sugirió la especialista.

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