Fantasías docentes en Granada: crónicas de un formador viajero (IV)

El miércoles pasado dejé la Costa Tropical para seguir incordiando en la capital. Granada... me embrujaste con tu mirada morada cuando te conocí con 13 años, y desde entonces... me gusta sumergirme en tus calles, la músicalidad de tu acento propagada por las voces de tus hijos (por favor...  ¡adoptame!), sentarme junto a Bib-Elvira y deleitarme con esas tapas regaladas, impensables para esos infieles de la Andalucía Occidental...

Sin duda, ha sido el mayor reto para mis competencias docentes, incluso superior a aquellas clases infantiles de informática en Bormujos, (que logré encauzar gracias a recursos como "Clic", la plataforma TIC - educativa desarrollada por las universidades catalanas).  En esta experiencia dispongo de pocos días para el "enganche", esa transferencia de la que tanto escribió Freud, con chavales adaptándose a un mundo que no era el suyo.

Las chocolatinas mostradas en capítulos anteriores siguen haciendo furor. Incluso voy mejorando el show: el primer día de clase, les digo que me presten atención, saco la bolsa con los bombones empaquetados como monedas brillantes, escojo una relajadamente... la abro... me la llevo a la boca ante sus miradas atónitas... y me la como. En este punto, descubrí a Faruk, todavía preso por los nervios lógicos de quien lleva pocos días en un país y una lengua desconocidos... con una risa espasmódica y lágrima en los ojos... estoy convencido, por toda la comunicación no verbal regalada, que jamás había presenciado nada parecido en una clase.

Para finalizar el espectáculo, les muestro un par de monedas en la palma de mi mano y les exhorto: ¡¡ 2 chocolatinas para quien sea capaz de venir hasta la pizarra y presentarse eficazmente para buscar trabajo!!. Nunca me faltan aventureros :-D

Incluso me llena de orgullo comentaros que la iniciativa va a ser copiada por uno de los educadores de los centros donde residen los alumnos, Sergio, para sus talleres. Ya me ha comentado como en algunos supermercados venden una especie de "almanaque-chocolate", que sale bastante económico. Economía de fichas "endulzada", puntual y sobre todo, eficaz.

Lástima periplo viajero tan corto. Lástima no poder continuar con el progreso palpable en la actitud de los alumnos más reticentes. ¿La receta?, paciencia y cariño, salvo en momentos esporádicos donde dejar claro que el responsable de que la tarde se aproveche, en cuanto al aprendizaje de cómo buscar empleo, se llama Jesús Lorente. Sonrisas y risas compartidas, aquellos apretones de manos, palmadas reforzadoras en el hombro, una conversación enmascarada como casual... hay que seguir confiando en la bondad intrínseca de las personas, esa que por desgracia se escapa con tanta facilidad de demasiados corazones, y que tan necesaria resulta si realmente queremos construir un mundo mejor.